lunes, 9 de septiembre de 2013

La búsqueda del Cristal Azul. Capítulo primero.

21 de Agosto, 1732, Amberes.

Las gotas de agua caían sobre los dos hombres al lado de la hoguera. Podían apreciarse perfectamente los cuerpos mutilados de mujeres y niñas pequeñas; la caza mayor de brujas iba en aumento y cualquier mujer, ya sea anciana, adulta, adolescente o niña podía ser condenada a la hoguera.

-¿Crees que habremos despistado a los Pielazul, Frederik?
- Es posible, pero no podemos confiarnos, su nueva raza ahora es mas potente y fuerte; si descubren que hemos estado acusando a sus habitantes de brujería... - Frederik no pudo terminar la frase. Ellos estaban arriesgando sus vidas y las de sus familias por evitar que esa nueva raza de brujas y brujos llamados los Pielazul, se extendiese por todos los continentes.
-Será mejor que nos vayamos. -aclaró Andrea.
-Sí, será lo mejor, y recuerda -dijo Frederik nervioso-, no le digas a nadie dónde escondimos el cristal Azul, ¿de acuerdo?
Andrea asintió con la cabeza. Demasiado arriesgado contarle a alguien el paradero del Cristal Azul. Demasiado peligroso, para que sea conocido en todo el mundo.


6 de Abril, Boston, en la Actualidad.

Marie estaba cansada de correr, llevaba  alrededor de media hora dando giros y más giros por las grandes avenidas, rodeando los parques de la ciudad e intentando no resbalarse y evitar que tanto ella como su hija cayeran al suelo por los charcos de las aceras.

Su vestido de lana y las botas de cuero negro tampoco ayudaban a mantener el equilibrio. Cada cinco minutos echaba un vistazo  hacia atrás para comprobar que nadie las seguía; habían abandonado su casa cogiendo lo primero que veían y lo más necesario. La reciente carta había alarmado a Marie y no podía permitirse otra muerte en su familia. Su madre, Jannet había sido la última víctima de los Ciénojos, una asociación de hombres y mujeres preparados para cazar brujas desde vete a saber cuando. Marie no sabía si su hija era portadora del gen de las brujas Pielazul, porque su tía Amalia no lo era, aun así fue asesinada.

-Mamá, ¡para! no puedo correr más.
-Cariño tenemos que continuar, ellos vienen a por nosotras. Vienen a por tí. -casi dijo Marie. Ella no podía permitirse pensar en que alguien quisiera hacerle daño a su única hija.
- Al menos deberías contarme de qué estamos huyendo, ¿no?
- De acuero, pero espera a que estemos en un lugar seguro. - le contestó Marie.

Tras unos quince minutos, pudieron entrar en un pequeño bar escondido entre las calles de la ciudad, para despistar, Marie pidió una cerveza para ella y un zumo de uvas amargas para su hija, su zumo preferido.

-De acuerdo, ahora voy a hablar pequeña, tu turno será en cuanto termine, no tenemos mucho tiempo. -dijo Marie.

La pequeña, que no era tan pequeña, pues había cumplido dieciséis hace dos meses, asintió con la cabeza.

- Cuando tu abuela Jannet era pequeña, su madre le contó que era una bruja, no una bruja normal, sino una bruja Pielazul. Esta raza de brujas es la última sobre la tierra, son capaces de sanar heridas que ya se dan por perdidas, pueden estar sin comer casi unos cien años, sus encantamientos... -hizo una pausa- ...nuestros encantamientos son considerados como los más poderosos, por encima de los brujos del Lago Hermes. Los brujos del Lago Hermes se sitúan en el centro de Grécia, allí dicen que con el agua del Lago Hermes sus conjuros, pociones y encantamientos pueden ser mortales, pero eso dejó de tener validez cuando la raza de los Pielazul surgió. -Sigo sin saber si eres portadora del gen, es posible que no haya más brujas Pielazul, brujos aun quedan muchos, su magia no es tan fuerte como la de las brujas, es por eso que los Ciénojos están matando a nuestra raza ¿entiendes ahora por qué tenemos que irnos?... ¿por qué tienes que irte? - Marie casi no pudo terminar la frase. Ella tenía que proteger a su pequeña y mandarla a Europa sería una buena opción.

-Mamá, -por fín habló la niña-, ¿cuándo sabré si soy una bruja?

Marie miraba a su hija. Ella no parecía asustada por la idea de ser algo fuera de lo normal. Ella había criado a su hija en un ambiente de humanos corrientes, intentando que no sufriese lo mínimo. Su pequeña no había dado signos de magia, pero no tardarían en aparecer.

-Pronto lo sabrás, Silence -dijo Marie- pronto lo sabrás.




                                    Al fin los secretos saldrán a la luz                     

















No hay comentarios:

Publicar un comentario