jueves, 12 de septiembre de 2013

Capítulo tercero.

Angelina caminaba muy deprisa y Silence apenas podía seguirle el paso.
– ¿Vamos a tardar mucho? –preguntó Silence.
–Solo unas calles más, ya te acostumbrarás a las calles de adoquines. No te preocupes, las brujas apenas llevamos tacones. Silence esbozó una sonrisa. ¡Claro, iban volando con la escoba! –Y no, no tenemos escoba, si es en lo que estás pensando. Silence se puso muy recta con la cara concentrada al frente. ¿Le había leído el pensamiento? Posiblemente, era una bruja como ella. ¿O ella no era una bruja?
Angelina se detuvo y miro a la chica.
–Aquí es. El Liceo de Saint Claire, espero que te guste tu compañera de habitación. Elegimos a la menos salvaje. –terminó y Silence no pudo evitar soltar un pequeño gritito ahogado y rezó para que la mujer no la hubiera escuchado.
El edificio era como una Iglesia, pero muy distinta de las Iglesias de Boston, pensó Silence. Estaba muy recargada de adornos y rosetones, que realmente quedaban bonitos. Pero había que tener en cuenta de que aquello no era una Iglesia sino un Colegio. El letrero de roca viva decoraba la entrada con las letras <<Bienvenue au lycée de Saint Claire>>.
– ¿Estás nerviosa? –preguntó Angelina.
– ¿Se puede estar de otra manera?
La mujer le sonrió y ambas pasaron dentro. Allí, una joven con una camisa blanca, una falta blanca por encima de las rodillas y unos calcetines blancos, las esperaban. Solo sus zapatos eran negros y adornaba su cabello rubio, casi blanco, con un moño descuidado.
–Ella es Francine, Silence. –nos presentó.
La chica tenía la edad de Silence, según había dicho en la presentación. Francine, con un ademán le indicó a Silence las escaleras de piedra de la recepción. No sin antes fijarse en las enormes gárgolas de la cúpula del recibidor.
–Nuestra habitación es la noventa y seis. Ten, cógela. –dijo mientras le entregaba una llave que tenía un llavero con la letra “S”.
– ¿Me estabais esperando? –dijo Silence señalando el llavero.
–Nosotros siempre estamos esperando Lensi. Y si lo dices por el llavero, recuerda que somos brujas, y que ver el futuro es uno de nuestros fuertes. –le guiñó el ojo y abrió la puerta de la habitación con su llave. En la que colgaba una “F”.
La habitación tenía una amplitud aceptable, cada una podía tener su espacio sin molestar a la otra. Un armario enorme se izaba al lado de la cama, que según pensó Silence o Lensi – ¿Lensi? Nadie la ha llamado así nunca–, se hallaba su cama.
– ¿Cuál es tu especialidad Lenss? –dijo Francine.
– ¿Especialidad? ¿Te refieres  a lo que puedo hacer y esas cosas?
–Ajá. –asintió Francine con la cabeza.
–Creo que no tengo nada de especial, aun, sabes... mi madre apenas me contó quién soy y creo que...
–Aún estás es shock ¿verdad?
Algo así  –dijo. Francine, ¿qué especialidad tienes, y cuantos años llevas aquí?
–Hummm, creo que la tele-transportación es uno de mis mejores habilidades y en cuanto a la segunda pregunta... no lo sé. Creo que llevo aquí desde antes de nacer ¿entiendes?
Silence negó y puso cara de preocupación.
–A ver, creo que mis padres estuvieron aquí. Que mi madre estaba embarazada de mí, cuando ella estaba aquí; probablemente no como una alumna sino como una profesora o miembro del Consejo de los Pielazul. ¿Y ahora?
–Creo que sí. ¿Nunca los has conocido?
–No, hubo una quema de brujas en Bélgica. Creo que yo tenía unos meses y el Consejo tenía una reunión muy importante. Mi madre fue allí, es por eso que pienso que sería miembro del Consejo. La voz de Francine iba apagándose a medida que hablaba. El recuerdo de una familia rota también afectaba a Silence, cuando perdió a su padre. –Solo regresaron  3 brujos y una bruja. La bruja era mi madre, pero le habían quemado casi todo el cuerpo–: piernas, brazos y parte de la cara. Angeline me contó esto cuando tuve la edad suficiente para entender.
–Lamento lo de tu familia. Nosotras también perdimos a mi padre. Creo que fue un accidente de coche cuando tenía 5 años. –dijo Silence cabizbaja.
–No te creas nada de lo que te digan Lesie –continuó–, nuestra raza es la más perseguida. Somos las mujeres Pielazul las que poseemos más poder del que cualquiera haya podido imaginar nunca. Los hombres solo contienen una cuarta parte de lo que nosotras tenemos. Estamos en peligro, es por eso por lo que estás aquí. –Silence se sentía mareada, tantas cosas hacían que su cabeza tuviera que procesar muchas cosas a la vez–. Si eres la última bruja Pielazul de América es porque ellos están muy cerca –terminó diciendo Francine.
– ¿Están muy cerca, quienes? –dijo alterada Silence.

–Ellos. Por los que tú estás aquí, y yo y todos los alumnos del Liceo. Silence, apenas somos cien. Los Cienojos vienen a por nosotras.

2 comentarios:

  1. Oh Dios, me he enganchado de verdad. Voy a seguir leyendo ya mismo pero quería dejarte un comentario. Escribes muuuuy bien, bien de verdad. Haces que quiera más y más. Ya me verás más por aquí. Sigue escribiendooo <3

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  2. Muchiiiiiisimas gracias por todo enserio. Espero tenerte por aquí :))))))

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